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love
me
tender

sinopsis

love me tender es un largometraje híbrido que fusiona elementos formales tanto del documental como de la ficción para explorar desde lo experimental las huellas del amor después de una ruptura. A través de la voz de Sofía, protagonista y directora, la película se construye como una búsqueda emocional y cinematográfica por entender qué queda del amor cuando se apaga la vida en pareja.

La película está dividida en tres capítulos que funcionan como estaciones emocionales dentro de un mismo proceso: la memoria, la pérdida y la transformación. Cada uno se compone de escenas fragmentadas: material de archivo, secuencias documentales con personas reales, recreaciones ficcionadas y sueños. La progresión no es lineal sino emocional: seguimos a Sofía mientras atraviesa una separación reciente con Carlos. La cámara se convierte en un instrumento para revisitar espacios compartidos, conversaciones pasadas, encuentros íntimos con otras personas y la lenta reconstrucción de un nuevo presente.

En el primer capítulo, Sofía despierta de sueños recurrentes con una casa, una metáfora del amor compartido, que se incendia. El fuego es símbolo de transformación, pero también del duelo. En el segundo capítulo, se multiplican los vínculos: amigas, amantes, desconocidos. A través de ellos se retrata el intento por redefinir lo que significa intimar con alguien. A lo largo de la película, la memoria de Carlos vive una transformación hasta sublimarse en un Amor que lo transmuta todo. 

En el tercer capítulo, la película se detiene en la reconstrucción de espacios, materiales y afectos. La casa, ahora en ruinas o reinventada, se convierte en un espacio para reelaborar los recuerdos y resignificar el amor.

El dispositivo cinematográfico también se vuelve parte del relato: vemos a Sofía dirigiendo actores, trabajando escenas, reescribiendo su propia historia. Así, love me tender se pregunta si es posible filmar el amor con justicia, y qué herramientas tenemos para representar lo invisible: la ternura, la duda, el silencio.

Con una estructura ensayística y experimental, love me tender es una película sobre la memoria emocional y los restos que deja una relación cuando se termina. Más que contar una historia de amor, intenta mirar de frente lo que queda cuando el amor cambia de forma.

descripción del proyecto

love me tender surge de una urgencia personal pero se sostiene en una práctica cinematográfica ya probada: una forma de hacer cine que apuesta por lo experimental, no como una rareza, sino como la manera más honesta de contar ciertas historias.

love me tender se ha comenzado a filmar de manera orgánica, con recursos propios y en tiempos libres, como una necesidad creativa y vital. Varios procesos personales ya están siendo documentados en hi8 y grabaciones de sonido, mientras se construye un diálogo con una co-editora que ha acompañado el proyecto desde su inicio.

El proyecto profundiza en temas de amor, duelo y el proceso constante de construir y reconstruir un hogar, tanto literal como metafóricamente. Explora el concepto de construcción perpetua en las relaciones y el crecimiento personal, así como el camino de la sanación. 

Al compartir las experiencias íntimas de Sofía, la película crea un espacio vulnerable para que el espectador conecte con sus propios encuentros con estos temas universales. La narrativa se mueve fluidamente entre pasado y futuro, usando los sueños de Sofía como un lienzo para re-imaginar posibilidades más allá del desamor y la pérdida. love me tender entreteje diversas técnicas documentales, incluyendo el uso de material de archivo para proporcionar contexto histórico y profundidad. Al combinar estos métodos con elementos ficticios, el proyecto cierra la brecha entre la memoria personal y la experiencia colectiva, invitando al espectador a reflexionar sobre sus propios viajes de amor, pérdida y renovación.

La película tiene dos perspectivas: una filmada a través de la mirada de Sofía, y una segunda a través de una cámara externa que acompaña y re-imagina la realidad desde el presente. Es a través del lenguaje cinematográfico que crea un palimpsesto sobre el amor, donde construye significado al mismo tiempo que lo yuxtapone, oscilando entre la poética audiovisual y la poesía concreta. La película afirma que la ficción solo puede intentar representar el amor ilustrando intercambios. Utiliza el lenguaje del documental para examinar cómo se representa el amor. Al hacerlo, invita al espectador a reflexionar críticamente sobre si permite que el cine moldee su comprensión de las relaciones. A través de la recreación de estos momentos, la película busca encontrar claridad dentro de la incertidumbre, ofreciendo consuelo en la comprensión de que el amor es un concepto vasto y en constante expansión, que trasciende límites y expectativas rígidas.

¿Por qué hacer un documental sobre el amor? ¿Cómo podría servir como plataforma para la transmutación? Al reflexionar sobre esta pregunta para mí misma, me di cuenta de lo esencial que es crear una película que navegue estos temas con una perspectiva tanto crítica como de corazón abierto. Cuestionando las formas en que enfrentamos la vulnerabilidad y el conflicto, la película busca inspirar nuevos enfoques para estos desafíos. Al mismo tiempo, apoya a quienes abrazan sus propias heridas, así como las de su pareja, como puntos de anclaje para construir relaciones más saludables. La película sugiere que las relaciones no tienen que consistir en llegar completamente sanados —un estándar imposible— sino en entender la sanación como un proceso continuo de acompañamiento mutuo y crecimiento perpetuo.

Debido a la naturaleza de mi trabajo —particularmente desde lo documental y la manera en que los procesos naturales moldean la ficción dentro del cine— entiendo que una vez que comenzamos a filmar, el proyecto evolucionará inevitablemente. Esta apertura permite que la película cobre vida, permaneciendo receptiva a lo que la realidad pueda ofrecer para profundizar en estas preguntas y búsquedas.

La película desmitifica el amor verdadero como algo puro y etéreo, replanteando su pureza a través de dos pilares: la realidad y la conciencia. El primero abraza las ‘faltas’ y ‘defectos’ como cualidades que nos anclan, y el segundo se ve como actos prosaicos de devoción mediante gestos conscientes de presencia y atención activa. Entre estos dos, existe un esfuerzo constante por construir mejores espacios y entender el amor como algo que debe ser nutrido continuamente. Así, una declaración de amor no surge de la idealización, sino de experimentar lo que implica dedicar la vida despierta a mejorar las formas en que nos relacionamos y el esfuerzo que implica permanecer incluso cuando las cosas cambian.

A medida que avanza la película, se mueve más allá de mis experiencias individuales. El proceso de edición y filmación se convierte en una negociación y reconciliación constante con esa tristeza y el impulso de seguir adelante. Esta tensión permite que el film oscile entre la vulnerabilidad y un sentido de fuerza y movimiento. Lo importante es reconfigurarnos a través de un amor en constante mutación.

La belleza de la película reside en la incapacidad de contener el amor, explicarlo, donde incluso enunciarlo parece un ejercicio insuficiente e inútil, cuyo potencial existe más allá de las posibilidades del lenguaje.

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